ETHICS IN TECH: LA FALTA DE ETICA EN LA TECNOLOGIA.

Durmiendo bajo la antena

By Vahid Razavi

Chapters

Una historia que contar

Esta es la historia de las injusticias que las titánicas compañías de tecnologías cometieron contra mí y como estas literalmente me llevaron a la locura, pero también  es  la  historia  de  algo  mucho  más  grande  que  yo.  Los crímenes, fechorías y otros comportamientos poco éticos que estas empresas de tecnológica cometen a nivel individual son los mismos delitos que se cometen a escala mundial. Si queremos evitar esto, cada uno de nosotros debe enfrentarlos cuando los encontremos. Algunas personas, incluso algunos amigos cercanos, han intentado disuadirme de contar esta historia, tienen razón al preocuparse por las posibles repercusiones que podría sufrir como resultado de publicar este libro, esto lo digo con certeza ya que al final del día también debo comer y tengo cuentas que pagar. Vivo en San Francisco, que es casi ¡La porción de paraíso más cara del continente! Pero decidí publicar mi historia y dejar que pase lo que tenga que pasar. He sido despedido, medicado, discriminado, demandado; He perdido trabajos, perdí mi salud, perdí sangre y tesoros, incluso perdí la cabeza, ¿qué demonios más tengo que perder?

Después de decidirme por contar mi historia, el siguiente asunto que tuve que resolver fue cuándo, -en qué año- Comenzaría este libro. Sí, es mi historia personal, pero como dije, también es una historia mucho más grande que yo. Me encontré pensando frecuentemente en los primeros años de la década de 1990, esos días emocionantes en los que se respiraba una especie de libertad desde la caída de la cortina de hierro y la sensación del triunfo de la democracia liberal occidental. Francis Fukuyama lo nombraba como “el fin de la historia” mientras que el relato de lo que pronto sería reconocido como uno de los inventos más importantes de todos los tiempos – el Internet- aún estaba por venir. En esa burbuja de autocomplacencia occidental se echaron por la borda grandes planes, lo que fue tramado por plutócratas ambiciosos, a quienes más tarde George Carlin llamó ” dueños del país” que penetran y dominan los mercados mundiales.

En la década de 1930 el general del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos Smedley Butler, “entró en razón” y se dio cuenta que la guerra solo era un fraude, en que las corporaciones y la clase acomodada se enriquecía con el sacrificio de los pobres y la clase trabajadora. Butler recito su discurso, al que llamó “La guerra es un fraude “, un poderoso mensaje inspirado en el espíritu antiimperialista  de  las cartas de  Mark  Twain  en  el contexto  de  la  guerra hispanoamericana unos años antes, así Butler afirmo que “la bandera sigue al dólar y los soldados siguen a la bandera “1.

Al principio de la década de 1990, la Unión Soviética y su imperio habían colapsado, Alemania se estaba reunificando y Yugoslavia se había balcanizado (fragmentado), es así como las corporaciones multinacionales descendieron como buitres con sus tropas imperiales (ambos en forma de expansionismo de la OTAN y  en una  guerra  total librada contra  Yugoslavia).  Mientras que políticos conservadores del sur de los Estados Unidos, idearon una nueva forma de lenguaje más sutil como lo fueron los códigos de palabras (dog whistles) ya que en 1960 las expresiones racistas y segregadoras no eran socialmente aceptadas, por lo que también, se necesitaba un nuevo vocabulario para el gran proyecto neoliberal de los años noventa. Lo que obtuvimos de estos fueron “intervenciones humanitarias”, ” ajustes estructurales” y todos los sucios trucos del nuevo lenguaje del capitalismo. Mientras que, brillando en el firmamento del capitalismo global estaban las compañías tecnológicas (titanes tecnológicos) que  como  pronto  se  conocerá,  estaban  proporcionando  mucho  más  que computadoras y softwares. En la década de 1990, yo estaba dando mis primeros pasos en la industria tecnológica, fue entonces y como lo sigue siendo, una industria dominada por hombres blancos, las personas de color eran rarezas y las mujeres aún más. En aquellos días, una mujer se encontraba con el sexismo antes que, con una carrera exitosa en Silicon Valley, luego estaba yo, a los ojos de cualquiera parecía más iraní que estadounidense. Aun así, traté de hacerme un lugar en la industria y de alguna manera, no, no “de alguna manera”, fue un trabajo duro, con determinación, suerte y mucho trabajo y así fue como “lo logré”.  En  un momento  recaudé  $25  millones en  capital para  una  startup (compañía emergente) y así decidí lanzar mi propia compañía. Fue una decisión que me llevaría al otro lado del mundo y en una aventura increíble, que me cambiaría en maneras que nunca podría haber imaginado.

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